Sin embargo, gracias a aquello descubrí la herramienta que cambió mi vida: La Programación Neurolingüística. Con la PNL aprendí a relajarme, a superar los exámenes y empecé a ser consciente de mi propio comportamiento y la forma en la que me limitaba.
La herramienta que más me había ayudado me llevó al tercer gran desafío de mi vida poniéndome al límite.
Alterné mis años de consultor con el estudio de la PNL hasta que decidí dedicarme completamente a ello profesionalmente.
Había encontrado mi pasión. Viajes por todo el mundo, conferencias, seminarios y formaciones que me llevaron a sufrir jet lag, acumulación de trabajo y cansancio. “Con todo lo que sé sobre la mente seguro que puedo llevarlo bien”, me dije. Por supuesto, me equivoqué.